El viernes 22 de abril la familia de C.V, de 7 años y diagnosticada con Trastorno del Espectro Autista (TEA) desde chiquita, obtuvo la autorización del Estado para cultivar cannabis con fines medicinales.
El permiso fue otorgado por el Registro del Programa de Cannabis (REPROCANN) del Ministerio de Salud luego de la gestión de la Defensoría Pública Oficial ante los Tribunales Federales de Primera y Segunda Instancia Nro. 1 de la Plata.
El Dr. Pablo Ordóñez, titular de la dependencia, interviene como asesor de la niña desde 2019, un año después de que su familia inició -junto a la Defensoría del Pueblo de la Provincia de Buenos Aires- una acción de amparo contra el Estado nacional para que les proveyera gratuitamente aceites, cremas y material vaporizable para su tratamiento o bien que los autorizara al autocultivo con el mismo fin.
Gracias a esa acción –y a sucesivos oficios enviados por la defensoría al Juzgado Federal y a los organismos encargados de otorgar el material (el CONICET y la Universidad Nacional de La Plata), además de al Instituto Nacional de Semillas- logró la provisión del aceite que necesitaba y necesita C..
Pero el Ministerio de Salud de la Nación interpuso un recurso extraordinario que al día de hoy espera tratamiento en la Corte Suprema de Justicia. Incluso luego del cambio en la reglamentación de la Ley 27.350 sobre Investigación Médica y Científica de Uso Medicinal de la Planta de Cannabis y sus Derivados llevado adelante el año pasado, el Ministerio no desistió del recurso.
Frente a esto, relata Ordoñez, “lo que nosotros hicimos -como veíamos que la causa estaba hacía un tiempo en la Corte sin resolución y que también se había cambiado la reglamentación de la ley- fue empezar a pedir que, a Candela, la mamá de C, le saliera la autorización para poder cultivar”. Eso es lo que, finalmente, ocurrió la semana pasada.
“Fue terriblemente emocionante la noticia”, cuenta Candela y continúa: “después de tres años de lucha, con un recurso de amparo, esto fue el cierre del círculo, o casi cierre porque todavía faltan ultimar algunos detalles, ver cómo es el trámite de renovación del permiso el año que viene, por ejemplo. Pero la felicidad que genera poder vivir tranquila como mamá, como familia, es una sensación muy extraña que no conocía, todavía me cuesta asimilarla. C. está muy bien, llevando la pandemia muy bien con asistencia virtual de sus terapeutas y mucha contención por parte de la familia para sostenerla. Estoy muy feliz”.
“Casos como este”, reflexiona Ordoñez, “pueden servir para empezar a pensar la idea de que se puede no solo pelear en el amparo, sino que también se puede hacer algo distinto”. “La defensa pública tiene que tener un rol activo”, sostiene el defensor, “buscar soluciones más allá del caso judicializado, ayudar en la inscripción o comprometer al juez que dio una cautelar que quedó trabada por un recurso a que oficie conjuntamente para que la persona pueda obtener la autorización de cultivo”. “Es importante”, afirma el defensor público, “para que más gente pueda acceder a su derecho a la salud y para que menos gente sea invitada a vivir de situaciones ilegales de cultivo o de obtención de Cannabis medicinal”.
“Yo no tengo más que palabras de agradecimiento para la defensa pública”, dice por su parte Candela. “Creo que cuando hay voluntad y ganas de hacer algo, de torcer la historia, de romper barreras, se logran estas cosas. Me saco el sombrero ante el Ministerio Público y no tengo más que un gracias enorme”, concluye.